El hecho: Viajar es la mejor manera de abrir tu mente, de dejarte llevar por las sensaciones, por los impulsos, de reconocer tus sentimientos liberados y sin tapujos cuando te sientes perdido por paisajes por los que tus pies no habían caminado anteriormente.
Viajar y conocer lugares nuevos, sin duda, es una de las experiencias mas enriquecedoras a las que todos, en mayor o menor medida, nos exponemos en nuestra vida para salir de la rutina y toda la carga que ella conlleva.
La suposición: Viajar en caravana allá donde el viento te lleve debe liberar aún más tu mente, pues tú decides en cada momento donde paras, cuándo duermes, dónde y cómo comes, etc, todo sobre la marcha , sin necesidad de mayor complicación que la de buscar un lugar donde aparcar esa casa rodante. Y me refiero a esto como una suposición porque yo no he tenido la oportunidad de viajar en caravana en mi vida.
El Detalle: La primeras vacaciones con tu pareja, mezcla de curiosidad, ansiedad, pasión y mucho amor (aka enchochamiento) que deberían dejar lugar para un agradable y duradero recuerdo cuando el conocimiento del otro es mayor que el tuyo propio.
Para los que os lo preguntábais, esto son los sightseers, viajeros a los que les gusta observar la naturaleza en toda su amplitud y disfrutar de ella a través de cualquier carretera o camino susceptible de derivar en algún lugar digno de atención y posterior admiración.
En realidad, esto que os he explicado son los sightseers normales, los de Ben Wheatley (
"Kill List"), están hechos de otra pasta, de la pasta de los que rompen y se rompen.
Chris y Tina son, son una recien estrenada pareja que decide tomarse unos días de vacaciones, alejados de trabajos estresantes, madres absorbentes y vidas sin atisbo de emoción. Para ello, nada mejor que la caravana de Chris, en la que no solo encuentran un medio de transporte, sino un hogar donde encontrar su verdadero yo. Un hogar donde convivir con sus miserias, sus miedos, sus luchas, sus mentiras y la transición hacia lo que siempre estuvo dentro..
En el camino se encontrarán con situaciones totalmente verosímiles que ellos llevarán al extremo de una forma totalmente natural. Y para no estropear la delicia que supone descubrir a estos dos ejemplares de ser humano imperfectísimo, no seguiré explicando su argumento, porque TODA la gracia de "Sightseers" radica en su expléndido guión, repleto de un humor negro tan enfermizamente negro, tan britanicamente negro, que se hace entrañable. Por supuetso, esto está soportado por dos actores de quitar el hipo: Alice Lowe y Steve Oram. Son ellos y solo ellos los que otorgan mas que vida a Tina Y Chris, y digo mas que vida, porque insisto en que conocer a estos dos elementos de la naturaleza, no soplo se hace sumamente entretenido, sino que pone a prueba nuestra capacidad de empatizar con el lado oscuro, quitando la importancia que tiene la maldad en los actos mas desesperados, conscientes o involuntarios.
Así, el espectador viaja también en la caravana, y por momentos respira el aire fresco que inhalan los protagonistas, y asiste al descubrimiento de los diferentes sentimientos que se provocan el uno al otro, tocando suavemente la ternura mas absoluta, al tiempo que te abofetea la frialdad mas cruel, pero con una presentación tan ingenua, tan aparentemente inocua, que cada acción ilógica y despiadada, se convierte en otro paisaje más que admirar.
Insisto en que todo se teje con la madeja del buen guión y de una construcción de personajes que ya se echaba de menos en este año de bodrios cinematográficos a go-go.
Pese al marcado humor negro del que hace gala "Sightseers", no es una película de carcajada, es mas bien de media sonrisa y curiosidad. El tono es sobrio, la fotografía maravillosa, pero sin artificios, no grandes explosiones plásticas. Aquí tampoco vais a encontrar gore, aunque sí violencia. Los que hay que espera de "Sightseers" es que Chris y Tina te seduzcan, que les entiendas, y al mismo tiempo que no entiendas nada de lo que hacen, que aceptes que su mediocridad es su rasgo diferencial.
Asistimos pues a una road movie con giros, que llegados a un punto se hacen previsibles pero no por ello menos disfrutables, aunque si hablamos de disfrutar, me quedo con la escena final, absolutamente gloriosa, donde cada personaje se pone en el lugar que le corresponde y el espectador completa la mueca con unos ojos brillantes que demuestran, que en realidad esas elección y reacción final nos ha satisfecho, porque el humor diabólico puede ser tremendamente perverso.
Sí, hay que verla.
Poppy es un perrito tan mono que quieres estrujarle entre tus brazos todo el rato, aunque olisquee traseros en los momentos mas inadecuados: Alice Lowe y Steve Oram, el guión y la frescura del aire británico, que aunque sea seco y te corte la cara, también te despeja.
El conjunto de lencería de lana, artesano y de aberturas estratégicas no se adapta bien a mi cuerpo: Si en la primera media hora no conectas con las andaduras de Tina y Chris, mejor no continúes, por ahí van los tiros de la película y no hay más.